Imaginaos que
estáis en una cueva y que nadie os puede ver, oír ni tampoco os pueden
preguntar sobre lo que estáis haciendo.
Coged una manta
(la que más os guste) y una linterna que tenga pilas (necesitáis que alumbre).
Buscad un lugar
donde podáis estar en silencio y que nadie os moleste (un buen sitio podría ser
vuestra habitación).
Pensad en una
persona a la que recordéis especialmente y no tengáis posibilidad de hablar con
ella. Imaginad que la tenéis delante. Es
el momento de “hablarle “y decirle todo lo que queráis.
Lo haremos de
una manera muy silenciosa o, si preferís, sólo con el pensamiento.
Para ello, os
tenéis que sentar en el suelo con las piernas cruzadas. Cubriros con la manta y
dejad la linterna en el suelo entre las piernas. Encenderla con el fin de iluminar
vuestra “cueva” y comenzad a hablar con la persona que hayáis escogido (un
amigo/a, un primo/a, un abuelo/a, un vecino/a...).
Aprovechad este
momento para decirle todo lo que lleváis dentro (lo bueno y lo malo). Nadie os
oye por lo que será un buen momento para sacar de dentro todo lo que os venga a
la cabeza.
Cuando terminéis
podéis responderos a estas preguntas:
¿Te gustaría que
esa persona supiera lo que piensas de ella? ¿Por qué?
¿Qué crees que podría
pasar si se lo dijeras?
¿Te sientes
mejor ahora? ¿Te ha gustado hablar con esa persona en tu “cueva”?
Ahora que ya
tienes tu propia “cueva” aprovéchala para hablar con todas aquellas personas
que te apetezca y por el motivo que sea no puedes hacerlo.
Texto adaptado del libro "Educación Emocional. Programa para Ed.Primaria (6-12 años). Remón Plana, A. Ed: Wolters Kluwer.
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