domingo, 16 de diciembre de 2018

SE ME HA ROTO EL CORAZÓN


Una de las emociones quizás más difíciles de gestionar es la tristeza.  Es por ello que considero de vital importancia trabajarla en el aula. Hace unos días sufrí la pérdida de una de las personas más importantes de mi vida, mi madre, y ello me hizo sentir mucho dolor y tristeza. Quería compartirlo con mis alumnos, sin embargo, no sabía cómo hacerlo.
Así que se me ocurrió contarles un cuento que personalmente me gusta mucho. Se titula “Se me ha roto el corazón” escrito por Elif Yemenici de la editorial Falmboyant.
El cuento trata sobre una niña que tenía un sueño. Pero un día ese sueño se hizo añicos y se le rompió el corazón. Hiciera lo que hiciera parecía que nunca iba a encontrar la manera de remediarlo. Hasta que un día...
Les leí el cuento y después lo comentamos. Me gustaron mucho las diferentes interpretaciones que hicieron los niños sobre el sueño de la niña. 


   
Después dibujamos en la pizarra un corazón roto. Entregué a cada niño/a un posit y les dije que escribiesen situaciones o momentos en los que hubiesen sentido que se les había roto el corazón. Yo también participé. Todas me llamaron la atención y me ayudaron a conocer un poco más a mis niños/as: el fallecimiento de un familiar, la marcha de un amigo, el enfado con un amigo/a o con uno de sus papás, la muerte de un animal querido e incluso una de mis alumnas que dijo que jamás se le había roto el corazón.


A continuación aprovechamos la pregunta del cuento ¿Cómo se repara un corazón roto? para que cada niño escribiese en otro posit ideas y recursos para aprender a gestionar la tristeza. Escribieron cosas tan maravillosas como: dejar de pensar en eso y pensar en algo bonito, hacer lo que más te gusta (leer, dibujar...), llorar y tranquilizarme, sabiendo dónde está esa persona que ha fallecido, dando un abrazo, estar con la familia o con los amigos, buscar ayuda...


Es increíble!!! Mis alumnos no dejan de darme lecciones!!!
Así que ya tenemos para nuestro “Botiquín emocional” diferentes herramientas para gestionar nuestros momentos de tristeza.

P.D: Mil gracias a mis alumnos/as por ayudarme a sobrellevar un momento tan complicado.

martes, 30 de octubre de 2018

¡OBJETIVO CUMPLIDO! ¡A JUGAR!


El ser humano es un ser social por naturaleza. El cerebro es un órgano social, desde que nacemos aprendemos a relacionarnos. Las relaciones con la familia, con nuestros iguales, con los profesores... influyen en el establecimiento de las relaciones afectivas de un niño/a  y le sirven como modelo de aprendizaje.
La escuela cumple un papel muy importante como agente de socialización. Trabajar aspectos como la capacidad de relacionarse con otros, de sentirse parte de un grupo, de respetar las normas, de integrarse o de resolver conflictos en un ambiente que le haga sentirse seguros debe ser un objetivo prioritario en el día a día en nuestras aulas.
Desde el aula debemos fomentar situaciones y formas de aprendizaje cooperativas que lleven al alumnado a  trabajar para conseguir alcanzar objetivos comunes. Y así es como trabajamos en nuestra clase.
Todos los lunes mis alumnos/as establecen un objetivo semanal con el fin de alcanzar una meta. Ellos/as son los que proponen los objetivos y posteriormente votan el objetivo que quieren cumplir. Una manera muy potente de trabajar la planificación, la tolerancia, la cooperación...estableciendo entre los alumnos/as unas relaciones más cercanas y humanas. Me parece una idea estupenda para trabajar el aplazamiento de las recompensas. Es importante que los niños/as aprendan a tener paciencia y a saber esperar.
¿Y cuáles son los objetivos que se marcan mis alumnos/as? Pues son muy variados: respetar a los profesores, estar en silencio en la fila, no pelearse por el sitio de la fila, no molestar a los compañeros/ad cuando la profe está hablando... Me encanta ver como se ponen de acuerdo para elegir el que consideran que es el objetivo más fácil de cumplir, como respetan el más votado o como trabajan en equipo para conseguir cumplirlo.
¿Y cuál es la meta que mis alumnos/as quieren alcanzar? Pues dedicar la última media hora de los viernes a JUGAR.

Cada semana jugamos a diferentes juegos. Al principio llevaba yo los juegos pero poco a poco son los propios alumnos/as los que se están animando a traer sus juegos implicando así a las familias.
En las siguientes entradas os comentaré con más detalle los juegos que estamos utilizando en el aula.
Considero que el juego en el aula es una potente herramienta que favorece la inclusión,  fomenta el desarrollo de diferentes funciones ejecutivas (establecimiento de metas, la planificación y la organización, la toma de decisiones...además de la flexibilidad cognitiva favoreciendo el desarrollo de la capacidad de análisis y el espíritu crítico). A través del juego aprenden a gestionar sus emociones: frustración, la rabia, enfado...Además trabajamos diferentes competencias clave de una manera más lúdica y motivadora.  Los alumnos/as se muestran muy receptivos, consiguiendo despertar su curiosidad  y mostrando así mucho más interés. 

Porque como dice una de las personas que más admiro:
Las escuelas deben ser democráticas, no igualitarias.
Los niños deben participar en la organización de la escuela.
El aprendizaje tiene que ser cercano y divertido.
El juego y el ocio son importantes.


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